Acompañamiento y esperanza,
en las enfermedades crónicas y degenerativas
Acompañamiento y esperanza,
en las enfermedades crónicas y degenerativas
¿Qué ocurre cuando se concitan inspiración y argumentos, cuando se da honra a la lucidez y a la sensibilidad, como sucedió el pasado viernes 9 de octubre en que aleteó gozosamente en nuestra Córdoba de humanismo, como un palpitar renacido, el acorde unísono y expansivo de la dignidad, la compasión y la sabiduría compartidas? Ese día, en el patio de columnas del Real Círculo de la Amistad, un público prendado, cautivado testigo de la urdimbre que se tejía ante sus ojos, se estremecía en un latido colectivo de vibrante carga emotiva, contemplando la red luminosa de sentido entre medicina, ética, espiritualidad y acompañamiento auténtico, que dignifica no solo el final de la vida, sino también el arte de vivir con profundidad. Córdoba estaba convirtiendo ahí, en esa tarde, el saber en el más sólido acto de amor.
¿Cómo sucedió esto?
D. Manuel Nicolás Puiggari · El arte del diálogo ético: la escucha como mensaje, la sensibilidad como estilo comunicativo
El Dr. Puiggari, pulquérrimo introductor y conductor del acto, apuntalaba su curso con delicadeza sabia. Con exquisita mesura, tejía vínculos, hilaba silencios, daba espacio a la resonancia de las voces. Él fue el hilo invisible que sostenía los brillantes armónicos de un prodigioso diálogo interdisciplinar, conmovedor arpegio de comunión intelectual y humana.
Dr. Jacinto Bátiz Cantera · Cuidar como vocación ética
La intervención de D. Jacinto Bátiz era una cátedra de lúcida ternura. Con serena claridad, habló de la presencia como núcleo del cuidado, de la mirada como gesto terapéutico, y de la cultura paliativa como el fundamento ancestral de la medicina. Su propuesta “¡Cuidadme así!” se alzó desde las columnas del Círculo como imperativo moral que interpelaba no solo al sistema sanitario, sino a la sociedad cordobesa entera. Su palabra no fue técnica, sino transformadora: una invitación-aliento a recuperar la humanidad radical que da sentido al acto de cuidar.
D. Antonio Llergo Muñoz · La arquitectura del cuidado integral
El Dr. Llergo ofreció una visión estratégica nuclear, profundamente humana. Desde la coordinación interhospitalaria hasta la atención domiciliaria, sus veloces, sucesivas hornadas de sólido andamiaje, integraban gestión clínica y compasión, como aliadas naturales fundamentales; y su modelo de gobernanza sensible convertía la organización y el cálculo en alma del acompañamiento, y la estructura firme en vehículo para la ternura.
Rvdo. D. Joaquín Pérez Hernández, o la espiritualidad como columna vertebral del ser humano
El sacerdote Joaquín Pérez finalizó con el destello tremendo de una intervención decisiva. Su mirada transparente, experiencial, existencial, y ante todo cristocéntrica, estalló en la incisiva luz de un misterio cegador: el sentido del sufrir. Desde su experiencia pastoral, habló, con el corazón, de la verdad. Y una encendida proclama de la Gran Esperanza erigió al fin la fe como ancla vital para nuestra partida de este mundo… hacia la Luz que todo lo abarca, todo lo abraza.
Epílogo · Córdoba, corazón de la bioética
La jornada fue, pues, una real epifanía del cuidado, una revelación de lo esencial. Cada voz, cada gesto, cada relato, tejieron el espacio de comunión de los confines de la vida: Córdoba acogía la pedagogía del alma en sus ámbitos urbanos cotidianos, abrazando medicina, ética, espiritualidad y compromiso social, para proclamar, con impecable claridad, que es el respeto por la vulnerabilidad humana lo que funda la nueva —y a la vez antiquísima— forma de ejercer la medicina. Sí: Córdoba, en ese viernes 9 de octubre de 2025, ha levantado, como un cántico a la pura vocación sanitaria, los sólidos puentes entre la filosofía y la ternura, la fe y los cuidados, la verdad y el ser humano. Y, en ese gesto, se ha consagrado como corazón palpitante de la bioética contemporánea.
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